512 kilómetros me separaban de un día inolvidable, la Copa Bio Bio.

Comencé a vivirla el día jueves cuando hacía la maleta, que revise más de 5 veces. Al día siguiente
emprendimos ruta a Los Ángeles y todas mis preguntas eran relacionadas a la carrera como ¿cuántos
km tengo que galopar?, ¿cuántas veces tengo que darle agua?, ¿Tengo que conseguirme un polar?, ¿La
pista es muy difícil?, etc.

A la noche comenzaron los nervios, me acosté temprano y miraba al techo tratando de acordarme
todas las recomendaciones hechas por mis amigos para no cometer errores y así lograr que saliera todo
bien. Me levanté con retorcijones y los pelos de punta, llegué a la base y me bajé equipado, hasta con
el casco puesto y con un bolso con 3 bebidas isotónicas, 3 frutas y 3 barras de cereal (aludiendo a los 3
circuitos que “iba” a correr). Monte mi caballo y los nervios empezaron aumentar, ya estaba todo dicho
(el chancho tirado) y solo quedaba escuchar el conocido “Largaron”.

Me fui con mi equipo todo el primer circuito (30 km) a velocidad controlada, aun cuando HF SIGMUND,
el caballo que corrí, lo único que hacía era pedir y pedir rienda, demostrando una fuerza y un poder
inimaginable. Al segundo circuito largue de los últimos y conversando con mi caballo decidimos repuntar
naciendo la frase “De atrás pica SIGMUND” cuando le di rienda al manco comenzamos avanzar, pasamos
un jinete, luego dos, tres y cuatro… hasta que no vimos a nadie más y llevábamos unas 2 horas aprox
en el circuito, además el caballo tuvo una dolencia en una de sus extremidades lo que me hizo tomar
la decisión de bajarme y seguir a pie. Caminamos juntos, pasaban los minutos y solo escuchaba la
respiración del y el sonido de la lluvia que, aun así, bajo esos hermosos bosques y paisajes hacían que
fuera un momento increíble.

De pronto empiezan aparecer jinetes que habían largado conmigo cuando se me ocurrió que me había
perdido hasta que me encontré con André Alvarez que, recordando su experiencia del año pasado, me
dice “Huaso te perdiste, esto es como un cuadrado, cuando llegues a una pasada donde hay que cruzar
el camino, dobla a la derecha y llegas a la base”. Lo que nunca pensé es que desde ahí hasta la base
fueron como 2 horas más a pie que con lluvia y el frío que había, el camino se hacía eterno. De pronto
escucho una voz por alto parlante diciendo “(…) en la carpa están los formularios para el SAG…” y dije
al fin, llegamos. Fue el momento más esperado del día, poder cambiarse de ropa y comer algo fue
anhelado por horas y horas de caminata, que fueron recompensadas cuando muchos se acercaron a
recibirme y a felicitarme por la hazaña. Al final fueron 90 km recorridos en solo 2 circuitos en donde
unas tres horas fueron solo de caminata.

Fue una experiencia inolvidable y a la vez extrema, puede que no haya sido la mejor decisión inscribirme
para debutar en 80 km y menos en Los Ángeles pero aun así la alegría de haber competido superó todas
las expectativas y recelos que tenía con esta disciplina. Le puse todo el empeño y dejé todo en la pista.

Haberme perdido, pasado frío y mojarme de punta a punta… no fueron impedimento para definir la
carrera como “un sueño cumplido”. Hubo más momentos difíciles que agradables pero siempre estuve
acompañado con quien nunca discutí ni pelié, al contrario, cada vez que lo miraba podía interpretar que
me decía “sigamos adelante”, un ser incondicional que nunca te dejará solo y a quien le debemos todos
los logros y alegrías que nos da este deporte, el Caballo.

Quiero agradecer a todos los que me apoyaron y en especial al “Haras Fortaleza” en especial a mi amigo
Sebastián Salinas B., quien me dio la oportunidad de participar y conocer este lindo deporte.

Espero verlos nuevamente en las pistas y ojalá sin perderme.

Sergio “El Huaso” Beltrán.